Bienvenidos de nuevo, queremos estrenar la etiqueta "El sacapuntas" trasladando a todos los lectores la gran inquietud y desasosiego en la que nos encontramos cuando tratamos de centrar nuestro objeto de colección: El Lápiz (o lapicero).
Dicen los expertos coleccionistas que en esta afición es importante concretar lo máximo posible el objeto de colección, así se puede abarcar y profundizar en su esencia, tener perseverancia e intentar conocer las características e historia que le rodea. Y siguiendo esta pauta nos ceñimos en su momento a reunir lápices (quedando fuera los sacapuntas, gomas de borrar, portaminas, salvapuntas y demás parientes de escribanía).
Así encaminados, sin embargo, pronto surgieron las primeras preguntas: "¿de colores también coleccionas?", "¿también te interesan los de carpintero?", "te voy a traer un lápiz del Museo del Prado...", "se vende lápiz publicitario de Caldo Potax", "¿a que no tienes de esos alargados de plástico que se doblan?", "he visto un coleccionista de lápices de campos de golf"... .
Ante tal avalancha de cuestiones durante los primeros meses de ávido coleccionismo, decidimos indagar e investigar para intentar saber más: navegamos en la red, visitamos páginas de otros coleccionistas, compramos "The Pencil", hicimos algunas averiguaciones etimológicas, castigamos a algunos amigos y familiares con conversaciones poco habituales..., y al final nos decantamos por... seguir profundizando...
Resultado: "pencilitis crónica". Para conocer sus síntomas y así evitar caer en esta extraña patología tienes dos opciones:
- Salir inmediatamente de Pencilvania e informarte, en su caso, en el Centro de Salud o
- Seguir leyendo pues ya estás vacunado de todas las "coleccionitis" agudas y/o crónicas.